
El caso que vamos a describir aquí, es la típica contratación de un sistema de riego residencial con importantes errores de diseño que conllevará un excesivo consumo de agua, cuando no fallos en la cobertura del césped en forma de zonas secas o zonas con excesiva humedad.
Se trata de un tipo de instalación que por desgracia se ha establecido como norma en la mayoría de jardines residenciales del área metropolitana del Barcelona.
A la cliente prototipo de este clase de instalaciones, la llamaremos Teresa, y mostraremos a través de ella todos los errores en cadena que un consumidor de instalaciones de riego va cometiendo debido a una profunda desinformación sobre la temática del riego.
El primer error que va a cometer Teresa es obviar que una instalación de riego residencial es una pequeña obra de ingeniería. Tanto las tuberías como los emisores de riego tienen que funcionar a unas determinadas presiones. Además, los distanciamientos y los alcances de los emisores tienen que cumplir escrupulosamente con unas pautas que varían en función de las diferentes formas y tipologías de los jardines a regar. Para llevar todas estas acciones a buen puerto, se requiere de una serie de cálculos matemáticos que solo puede efectuar una persona con un un buen dominio de la hidráulica y la mecánica de fluidos.
Para Teresa un sistema de riego es solo un apéndice más de las labores de un jardinero. Por eso si tiene ya un jardinero que poda con maestría las plantas de su jardín o que lo decora con bonitas especies desconocidas por ella, será a él a quién le encargue la construcción de ese sistema de riego. Puede ocurrir que no se fíe de su jardinero, o simplemente que el propio jardinero(en un acto poco frecuente de coherencia profesional) reconozca su falta de capacitación, y entonces decida contratar los servicios de una empresa de jardinería. En una gran mayoría de casos, una empresa de jardinería solo se diferencia del jardinero autónomo, en primer lugar porque está constituido por más personal, y porque suelen tener un mayor despliegue de medios materiales(herramientas, vehículos…..), siendo los conocimientos técnicos similares(que es lo realmente importante para realizar una instalación de riego).
Imaginemos(que ya es mucho imaginar), que Teresa además de pedir presupuesto a este jardinero o empresa de jardinería, se lo pidiera también a una empresa especializada en riego. No olvidemos, y esto es muy importante, que para Teresa una instalación de riego es una faceta más dentro de la labor del jardinero, por lo que el coste de ésta debe de estar dentro del rango de precios propios de un jardinero. Esto los jardineros y las empresas de jardinería lo saben bien, por eso es tan frecuente que al tratarse de una obra que necesita un gran número de material(programadores, emisores de riego, tubería, electroválvulas…), se busquen marcas de segundo orden, a precios más bajos, para que el coste final de la instalación siga manteniéndose en los márgenes de precios típicos de las actividades de jardinería a los que están acostumbrados clientes como Teresa.
En general los precios de las instalación de riego le parecen bastante altos. “Pero todo sea por tener un jardín bonito”, piensa. Eso sí, lo del presupuesto del jardinero o empresa de jardinería tiene un pase, pero el de la empresa especializada en jardinería le parece una tomadura de pelo. Dos cientos euros mas, y aun encima va a poner 20 emisores de riego, ¡ocho más que los otros!.
Aquí empieza a rodar la rueda de desconocimiento total que Teresa tiene sobre lo qué es un sistema de riego. En primer lugar pasa por alto las marcas del material utilizado por el jardinero o empresa de jardinería y la empresa especializada en riego. No le da ninguna importancia. Por un lado, porque no sabe diferenciar la calidad de unas y de otras. Por otro lado, porque mientras esos materiales más buenos o más malos rieguen, que más da. Si extendiera esta lógica tan ilógica al resto de facetas de su vida, no tendría un ordenador Appel, sino un Dell, y le daría igual tener un coche marca Logan en vez del Woswaguen que tiene.
Aprovechemos el tema del simil de los coches para ir al meollo de la cuestión de las instalaciones de riego. Cuando uno quiere comprar un coche de bajo consumo, sabe bien que tipo de modelos o marcas quiere adquirir. Para Teresa el tema del consumo de agua por parte de la instalación de riego ni si quiera se le ha pasado por la cabeza. Sus únicas preocupaciones son que sea lo más barato posible y que mantenga verde su jardín. Sin haberse informado sobre esta cuestión, tiene la profunda convicción de que un césped necesita el agua que necesita y ya está, que no va a haber unas instalaciones que gasten más o menos aguas que otras. Solo se le enciende el piloto de alarma en su mente sobre este tema cuando observa que la empresa especializada en riego quiere poner en su césped 20 emisores de riego frente a los12 que le colocará su jardinero. Eso sí que es un derroche de agua, un autentico timo. Está claro que cuantos más emisores haya en el césped mayor será el consumo de agua. Si los otros le ponen ocho emisores menos pues lógicamente el consumo de agua de la instalación será menor.
Gran error. El consumo de agua no depende del número de emisores de riego, sino del tiempo que estos riegan. Los emisores de riego no emiten una cortina uniforme de agua a lo largo de su radio de acción. Los difusores, por ejemplo, echan mucha menos agua en su base y en en la parte final del chorro, concentrando el mayor caudal de riego en la zona media de su alcance. Para que funcionen adecuadamente tienen que solaparse unos con otros, es decir, colocarse a la distancia justa para que el final del chorro de un emisor toque la base de los emisores que tiene enfrente y al lado. Si aumentamos la distancia entre emisores sin que estos se solapen, tendremos un número menor de ellos en la instalación, que sin embargo gastarán mucho más agua que si fuesen más y estuviesen perfectamente solapados. Esto es así, porque los tiempos de riego tienen que aumentarse considerablemente para que las zonas donde apenas echa agua el emisor no se sequen, mientras en las otras donde echa mucha más caudal, el agua es desperdiciada.
Teresa jamás se enterará de esta cuestión. Para su jardinero o empresa de jardinería que va a realizar la instalación finalmente, ha sido una jugada perfecta. Si hubieran tenido que hacer el solape de la empresa especializada en riegos no hubieran sido capaces por falta de conocimientos técnicos. Con doce difusores mal colocados, la instalación aunque incorrecta, sale más barata. La ignorancia y la visión a corto plazo de Teresa, han casado a la perfección con la baja capacitación técnica de los instaladores. Al revés que en las películas del oeste, en el tema del riego residencial siempre ganan los malos. Como resultado tenemos una instalación de riego mal hecha que pasará a formar parte de la epidemia de instalaciones derrochadoras de agua que salpica toda el área metropolitana de Barcelona.
Cada vez que la instalación de riego de Teresa se active, una parte importante del agua consumida se desperdiciará infiltrándose en el terreno. Pasarán los años, y con la progresiva subida del precio del agua, Teresa quizá no pueda asumir el coste de su instalación de riego, y tenga que reemplazar el verde de su jardín por piedrecitas de colores o cemento. Y esto sin olvidar el tema medioambiental, el cual daría para otro capítulo entero.
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