
El cambio climático ya está aquí. Y una de sus consecuencias podemos verla ya en los viñedos de nuestro país.
El aumento de las temperaturas ha provocado en los últimos años una reducción considerable de los viñedos en el sur de nuestra geografía, al mismo tiempo que hemos visto como se ha implementando este cultivo en zonas del norte en las cuales era impensable hace unos decenios que la vid pudiera pasar a formar parte de su geografía agrícola.

En el caso concreto de Cataluña, al igual que en el resto de la geografía española y mundial, todos las proyecciones climáticas apuntan a un fuerte aumento de las temperaturas, que dependiendo del tipo de predicción puede ser más o menos catastrófica, pero desde luego todas ellas apuntan a un impacto de tales consecuencias que conllevarán a un cambio radical en el modo en cómo nos relacionamos con nuestro entorno.

Los científicos afirman que en todo el eje mediterráneo este proceso se va a agudizar. Las consecuencias son que los viñedos actuales no podrán ya dar lugar a la misma clase de vino que daban con anterioridad.
El incremento de temperaturas ha originado ya que muchas cosechas se adelanten del mes de septiembre al mes de agosto. En el caso concreto de un estudio realizado en los últimos 25 años en la Cuenca del Barberá, los datos obtenidos revelan que la cosecha se ha adelantado 25 días, es decir un aumento de un día por año.
Las consecuencia de este adelanto de cosecha, son que la uva madure por fuera pero las semillas se mantengan todavía verdes. Esto conlleva un vino poco aromático, con un alto contenido en alcohol(las graduaciones están pasando de los 13º a los 14º-15º, a la vez que los PH se han elevado de valores de 3,5-3,6 a 4, dando lugar a la consecución de aromas no agradables).
Como soluciones a este problema, se plantea plantar las vides en una latitud superior, en torno a un 1º-1,5º hacia el norte, lo que supone una disminución de la temperatura de 2º. En el caso de Cataluña, el prepirineo se convertirá sin duda en un lugar ideal para ir implementar el cultivo de la vid. Pues además de plantar cada vez más hacia el norte, otra de las soluciones que se plantea para contrarrestar el cambio climático, es plantar la vid a mayor altitud(en torno a los 900m-1000m de altura).
Otro modo de paliar el efecto del cambio climático sobre la vid será teniendo especial atención a la orientación de las líneas de plantación y también a la clase de poda que se realice, la cual provoque un sombreado adecuado del fruto que mitigue el aumento de la temperatura. .

Además del aumento considerable de las temperaturas otro de los efectos del cambio climático será la disminución en la frecuencia de lluvias, concentrándose éstas en episodios de fuertes precipitaciones. Esto dará lugar a largas temporadas con una ausencia total de agua de lluvia que afectará de un modo muy importante a los cultivos agrícolas, incluido la vid. De hecho los científicos afirman que en el futuro todos los viñedos tendrán que tener un sistema de riego que compense esta progresión al alza de la irregularidad de las precipitaciones,

En el caso concreto de la vid no se trata de implantar un sistema de riego que aporte agua durante todo su proceso productivo. Sabido es lo funesto que puede resultar para la calidad del vino un aporte excesivo de agua.
Los aportes de agua deberían realizarse al viñedo cuando entra en estrés hídrico en su primera fase de maduración. Debido al aumento de temperaturas y a la disminución de la frecuencia de lluvias, será inevitable en el futuro tener que aportar agua a los viñedos en esta fase de su proceso productivo.
La sensibilidad del viñedo a los aportes de agua harán también necesario un control inteligente del riego, de tal modo que sepamos cuál es la cantidad exacta de agua que se está aportando la vid y cuál es la frecuencia de riego necesaria para mantener dicha dosis de riego.
La implementación y mejora de sensores de humedad, de monitorización del riego vía remota, de generación de energía a través de placas fotovoltaicas, resultará primordial no ya para que las vides puedan contrarrestar el cambio climático y sobrevivir a él, sino sobre todo para mantener la calidad del vino, distinguirlo de los demás, y convertirlo en un producto rentable y competitivo.