El telecontrol del riego dentro del concepto de la smart city

Recuerdo que mi primer cliente de telecontrol de riego, tenía su instalación de riego hecha un desastre. Perdía el 54% del agua por infiltración en el terreno debido a la gran desigualdad con que regaban los emisores. Cuando le planteé  dos opciones de mejora de su sistema de riego: por un lado la rectificación de la ubicación de los emisores para tener más eficiencia y ahorrar en consumo de agua, y por otro lado la opción de manejar el riego a través del teléfono móvil o de la Tablet, no lo dudo un momento, eligió la segunda opción.

 

¿Y por qué?, ¿por no levantarse del sillón, acudir al controlador de riego situado en una arqueta a tres metros de la puerta del salón vidriado colindante con el jardín, y apretar unas cuantas teclas?,  ¿para fardar ante los colegas de cómo manipulando su teléfono móvil podía elevar los difusores encargados de mojar malamente su césped?. Era todo más simple y él mismo lo expresó claramente. Es que a mi me gusta la tecnología”, me comentó. En definitiva, había caído preso de ese sentimentalismo religioso en el que a menudo se transforma la tecnología de vanguardia.

 

Este ejemplo a nivel residencial lo veo hoy implantado en  grandes infraestructuras de jardines públicos y empresariales de este país. Se invierten ingentes cantidades de dinero en poder controlar desde un despacho grandes extensiones ajardinadas, pero luego a pie de campo nos encontramos con instalaciones de riego diseñadas por analfabetos hidráulicos pertenecientes al mismo gremio de incompetentes al que pertenecía el instalador del sistema riego de mi primer cliente de telecontrol de riego.

 

En mi estudio realizado en 50 sistemas de riego por aspersión ubicados en céspedes en el área metropolitana de Barcelona, situados tanto en zonas residenciales, como en parques urbanos e importantes empresas privadas, el 46% del agua utilizada se desperdiciaba, siendo solo un 4% de estas instalaciones perfectamente diseñadas.

 

Me pregunto qué sucederá con estas instalaciones dentro de unos pocos años, cuando la adoración religiosa hacia las vanguardias tecnológicas entre en comunión con el abaratamiento progresivo  de este tipo de dispositivos. ¿Les haremos un lifting a estas instalaciones de riego convertidas en fábricas derrochadoras de agua, a base de acumuladores de señales wifi y GPRS, de repetidores solares, de controladores remotos de caudal, de alarmas…?

 

No quiero que se me malinterpreté y se piense que estoy en contra del telecontrol del riego. Todo lo contrario, creo que es necesario e inevitable en una sociedad que aspira de verdad a ser sostenible y eficiente. Pero si no desarrollamos este concepto en todo su amplio espectro de posibilidades y necesidades, pasaremos de la opción de crear una verdadera smart city, a desarrollar un baturrillo de excelencias tecnológicas que convivan con prácticas y técnicas de épocas pasadas.

 

Ojalá seamos capaces de sacudirnos esta enfermedad meridional incubada por intereses cruzados e ignorancia, que siempre termina perjudicando al conjunto de la sociedad,  y seamos capaces de ver las cosas desde una perspectiva  más elevada, integrando todas las posibilidades, todos los conocimientos, para crear una sociedad más eficiente, más sostenible y más justa.

 

Así que  mis últimas palabras van dirigidas a todos aquellos que de verdad creen o creen creer en un mundo más sostenible, y que tienen un sistema de riego en sus casas, o en los ayuntamientos o empresas que gestionan. ¿Saben ustedes cuál es la eficiencia de sus sistemas de riego?, ¿conocen la cantidad exacta de agua que desperdician? Si no lo saben, por favor, averígüenlo, se llevarán una gran sorpresa.