Cuando tratamos de buscar datos sobre cuál es el consumo real de agua de un césped, nos encontraremos con una amplia horquilla de cifras, cuya aplicación práctica resulta inviable. Esto es así, porque para determinar las necesidades hídricas de un césped, intervienen un montón de elementos singulares y locales que no permiten establecer consumos de referencia a gran escala.
Existen muchos factores que influyen en las demandas hídricas de un césped (variedad del césped, profundidad de las raíces, granulometría del terreno...), pero sobre todo la influencia del clima concreto en el que está situado dicho césped.
Para un conocimiento más exhaustivo de las condiciones de referencia del estudio y los resultados, se puede descargar el estudio aquí: Estudio sobre el uso y consumo de agua en céspedes ubicados en el Área Metropolitana de Barcelona y su relación con otras zonas de Cataluña.
El estudio analizó el comportamiento de un césped de clima cálido ubicado en Sabadell, en el período que va desde el año 2011 y el 2018, y se comparó con los resultados de un césped ubicado en la misma Área Metropolitana de Barcelona, pero en zona litoral, como es el Prat de Llobregat, y con otras localidades de latitud bien diferenciadas, como es Girona en la zona norte de Cataluña, y Alcanar en el sur de la provincia de Tarragona.
El primer resultado interesante del estudio, se muestra en la siguiente gráfica, y es el porcentaje del total de las necesidades hídricas del césped, que satisface la lluvia. Vemos que como media supone un 25%-30%, alcanzando máximos del 40%. Atendiendo a estos datos resulta evidente que una buena gestión de las precipitaciones de lluvia va a ser fundamental para reducir los aportes adicionales de riego.

La variación de estos porcentajes, tiene que ver con el concepto de lluvia efectiva, que es la proporción de la totalidad de lluvia caída que es aprovechada por el césped. La cantidad de lluvia efectiva depende en gran medida de la intensidad y la frecuencia de las lluvias. Así cuanto mayor son las lluvias torrenciales, concentradas en un menor número de episodios pluviales, menor es la lluvia efectiva, porque una importante proporción de la lluvia se pierde bien por infiltración en el terreno fuera del marco aprovechable de las raíces del césped o bien por escorrentía. En este sentido, las previsiones cientificas teniendo en cuenta el cambio climático, es que este tipo de comportamiento de las precipitaciones irá en aumento en el área mediterránea, lo que conllevará una reducción de la lluvia efectiva, y por tanto la necesidad de aportar un mayor porcentaje de agua de riego.
En la siguiente gráfica, podemos ver por años la cantidad de lluvia efectiva aprovechable respecto al total de la lluvia caída. Vemos como cuando cae mucha lluvia, no existe necesariamente un mayor porcentaje de lluvia efectiva, sino que ésta depende mas de lo que comentábamos antes acerca de la intensidad y la frecuencia de las mismas.

Otro de los hallazgos de este estudio, es que el análisis del comportamiento del césped ubicado en Sabadell durante el período 2011-2018, obtuvo un promedio de necesidades hídricas de 710 litros/m2/año para céspedes ubicados a pleno sol, y de 585 litros/m2/año para céspedes con sombra(ver estudio para más información),
La cuestión es que estos datos aparte del valor informativo, tienen poca utilidad práctica. ¿Por qué? Porque existe una imposibilidad de aportar estas cantidades exactas de agua al césped debido a la ineficiencia, en primer lugar, de la aplicación de agua por parte del sistema de riego, y por otro lado, a la ineficiencia a la hora de gestionar la variabilidad climática.
En la siguiente gráfica podemos ver esto con más detalle. En el modelo A, se plantea el consumo de un césped con un sistema de riego con la máxima eficiencia actual de aplicación de riego(82%), y con una eficiencia del 100% en la gestión de los aportes de lluvia y de la evolución anual de la evapotranspiración, cuestión ésta que solo podría realizarse con costosos sensores de humedad todavía no factibles en jardinería urbana y residencial. En el modelo B, se establece un modelo admisible, con una rebaja de la eficiencia de aplicación de riego al 77%(motivada por las frecuentes formas irregulares de los céspedes que reducen la uniformidad de riego), y asumiendo un 90% en la efectividad de la gestión de lluvias y climática, utilizando sensores de lluvia y datos de las estaciones climáticas cercanas. El modelo C, hace referencia al modelo de gestión actual de los céspedes en el Área Metropolitana de Barcelona. Como eficiencia de aplicación riego se utilizó el valor de 54%, que fue el resultado que se obtuvo en un anterior estudio donde se analizó la uniformidad de aplicación de sistemas de riego tanto residenciales, como urbanos privados y públicos ubicados en el Área Metropolitana de Barcelona. En la gestión de lluvias se utilizó una eficiencia del 50% y en la gestión de la evapotranspiración se estimó un exceso de riego del 34% mayor que las demandas de evapotranspiración, como resultado de un estudio anterior, en donde se analizó las repercusiones de programar el riego en grandes bloques estacionales en función únicamente de los cambios bruscos de temperatura, sin tener en cuenta un factor todavía mas importante como es la evolución de la irradiación solar.

Los resultados son bastante elocuentes. Tenemos un consumo admisible de 773 litros/m2, respecto a los 1470 litros/m2 promedio de la actualidad. Es decir, los céspedes del Área Metropolitana de Barcelona, están consumiendo el doble de agua de riego respecto a lo que sería posible (ojo! siempre que se trate de mantenerlos con una buena presencia estética durante todo el año. Más adelante veremos qué ocurre cuando esto no es así).
Teniendo en cuenta estos datos, resulta también muy significativa, la tendencia actual a la implementación del telecontrol del riego en grandes jardines urbanos con una elevada inversión de dinero público, pero sin realizar ningún tipo de reformas en la eficiencia de los sistemas de riego, ni tampoco en dotar de una inteligencia eficaz a la gestión de las variables climáticas que van a determinar las paradas y duración de los tiempos de riego de la instalación.
En la siguiente imagen, y para resaltar la importancia que tiene la mejora de la eficiencia de aplicación del sistema de riego, hemos comparado dos modelos de riego de céspedes: uno el B, ya explicado con anterioridad, y otro el D, donde se supone una eficiencia en la gestión de lluvias y de la evapotranspiración similar a la B ( como probabilidad futura añadiendo inteligencia sobre la base de la telegestión), pero manteniendo la misma eficiencia de aplicación de riego del 54% que tenemos en la actualidad.

El resultado es la reducción de los 1470 litros/m2 a 1102 litros/m2, pero manteniendo un sobreconsumo de riego en torno al 30% respecto al modelo admisible B, al seguir manteniendo la misma ineficiencia de aplicación del sistema de riego.
Todo esto ocurrirá siempre que nuestra finalidad sea mantener el césped en perfectas condiciones estéticas. Pero en la realidad, es muy común, que al mismo tiempo que se le aplican excesos de riego al césped en determinadas épocas de año, en otros períodos, especialmente en verano, se produzcan riegos por debajo de la necesidades intrínsecas del césped, dando lugar a esas manchas amarillas tan comunes que vemos cotidianamente en los céspedes.
En la siguiente gráfica, podemos ver representado este fenómeno en un ejemplo real de un usuario de un césped residencial. Los datos en este caso, han tomado como referencia las necesidades hídricas para un césped con sombra propio de los colindantes con viviendas residenciales cuyas características están especificadas en el trabajo cuya descarga se puede hacer en el enlace situado al comienzo de este artículo.
El color rojo representa la cantidad de agua de riego que no se incorporó al césped dando lugar a importantes daños y decoloraciones en él en la época estival. La eficiencia de aplicación de riego era muy baja, por debajo incluso del promedio del Área Metropolitana de Barcelona, lo que da lugar a un importante volumen de agua desperdiciada representada con el color naranja como se muestra en la gráfica. La eficiencia de gestión de lluvias fue alta, porque al disponer de un dispositivo wifi de control de riego a través del smartphone o de tablet, el usuario de la instalación hizo las paradas de riego necesarias en función de las lluvias caídas. La ineficiencia de la gestión de la evapotranspiración hace mención solo a los excesos de riego producidos en otoño e invierno, y que resultan muy pequeños respecto al resto de ineficiencias del sistema de riego. Al producirse un fuerte déficit de riego en la época estival no se produjo el característico sobreconsumo de agua en verano debido a una mala gestión de la evapotranspiración.

Si remodelados la instalación de riego al estado de mejora que se muestra en la gráfica, el ahorro real de consumo de riego apenas llegaría al 10%, pero al mismo tiempo estaríamos logrando mantener en perfectas condiciones estéticas el césped todo el año, al incorporar también los 88 metros cúbicos que requería el césped y no se hizo. Por tanto, tenemos que tener en cuenta que a la hora de realizar una mejora de la aplicación de un sistema de riego y de su gestión climática, y cuantificar el ahorro económico debido a la disminución de consumo de agua, tenemos que conocer con qué grado de estrés hídrico o no, había sido gestionado anteriormente, para poder realizar las comparaciones y valoraciones oportunas y determinar dos aspectos fundamentales que son:
1- Ahorro de consumo de agua
2- Mejora del valor estético.
En la siguiente imagen, podemos ver el césped del usuario del sistema de riego residencial, el cual ha sido dividido en veinte zonas. Se trata de una representación del modo en cómo el agua cae de forma desigual en todo sistema de riego por aspersión. Lógicamente cuanto menor sea la eficiencia de aplicación de riego, la desproporción entre las columnas será mayor, como es este caso.
Las columnas grises representan la cantidad de agua necesaria para que el césped esté en buen estado mientras las columnas rojas representan la cantidad de agua que cae por encima de lo requerido en esas zonas del césped y se pierde por infiltración.

Observando la imagen, podemos ver claramente que al reducir el aporte de agua necesario al césped, las primeras zonas en secarse serán la 1,2, 9, 18 y 19. Si redujéramos todavía más el aporte de agua de riego, las siguientes zonas damnificadas serían la 3, 7,8 y 20. El resto de zonas reciben tanta agua de riego que siempre permanecerían verdes. Este caso sirve de ejemplo para explicar la coexistencia de manchas amarillas al lado de zonas totalmente verdes en el césped, que observamos a menudo en multitud de céspedes de nuestro entorno con la llegada de la época estival.
Otro de los aspectos relevantes que ofrece este estudio, es el análisis de la comparativa de consumos de céspedes ubicados en Sabadell y el Prat de Llobregat, situadas dentro de la misma zona geográfica del Área Metropolitana de Barcelona, y también respecto a otros lugares, como Girona situada al norte de la Cataluña y Alcanar representativa de una latitud meridional.
La siguiente gráfica muestra las necesidades hídricas de un césped situado en cada una de estas cuatro localidades para dos años que resultan muy representativos: 2015 y 2018.

El año 2015 representa la regularidad de datos que afecta a seis de los ocho años estudiados. En este año las demandas hídricas de los céspedes ubicados en Sabadell, Prat de Llobregat y Alcanar, son prácticamente iguales. Solo Girona tiene una demanda hídrica relativamente menor de aproximadamente un 6% respecto a estas localidades.
El año 2018 representa la anomalía, que coincide con dos de los ochos años estudiados. Las demandas hídricas de los céspedes ya difieren de una forma ostensible entre las distintas localidades. Así, el consumo de Girona es de un 20% menor que en Alcanar, y el del Prat de Llobregat un 6% menor que Alcanar, haciéndose ya visible el efecto de la latitud. Asimismo, también se hace presente la diferenciación interior- litoral, dentro de una misma área geográfica, como es el caso de Sabadell y el Prat de Llobregat, donde Sabadell tiene un 9% menos demanda de agua de riego que el Prat.
Lo que va a determinar que los céspedes de la diferentes localidades tengan un consumo en base a la regularidad o anomalía descritas con anterioridad, va a ser su relación con la cantidad de lluvia efectiva acumulada anualmente.
Esto lo podemos ver mejor en la siguiente imagen, donde se muestra para cada año del estudio el porcentaje de lluvia efectiva aprovechable por el césped en función de las necesidades hídricas totales del mismo.

Los años que antes denominábamos anomalías son el 2014 y el 2018. En estos años el porcentaje de lluvia efectiva respecto al total de necesidades hídricas del césped alcanza valores superiores al 30%. Cuando esto se produce se dan las diferenciaciones en las necesidades hídricas del césped que comentábamos antes entre las diferentes localidades.
Los años que consideramos como regulares, son el conjunto de años restantes: 2011, 2012, 2013, 2015, 2016 y 2017. En estos años el porcentaje de lluvia efectivas' respecto a las necesidades hídricas totales del césped disminuye en torno al 15%-25%, dando lugar a la similitud en las demandas hídricas de los céspedes situados tanto en Alcanar, como en Sabadell y El Prat de Llobregat, con la excepción de Girona que presenta como comentamos antes una ligera disminución.
Para finalizar, el estudio recoge también tablas donde se realizan cálculos aproximados de las demandas hídricas promedio del césped en función de la superficie regada y del grado de exposición a estrés hídrico, contraponiendo el modelo B de eficiencia admisible respecto al modelo C actual, mucho más ineficiente tanto en la aplicación de riego por parte del sistema de riego como de la gestión climática.
Estos datos pueden tener múltiples utilidades, entre ellas calcular, por ejemplo, el ahorro en el consumo de agua al pasar de un modelo a otro de mayor eficiencia, o también para conocer los consumos de agua a priori antes de diseñar espacios verdes que contengan césped.
Recordar que los datos de esta tabla hacen referencia solo a promedios, tanto a nivel de los años estudiados, como de la aplicación de riego y la gestión climática obtenidas de un gran número de instalaciones de riego diferentes. Esto significa que si necesitamos conocer con detalle el consumo de una determinada instalación de riego, tendremos que analizar sus características peculiares, que pueden estar fuera de los promedios citados con anterioridad. Lo mismo ocurre si queremos calcular las necesidades hídricas para un año en concreto, por ejemplo el pasado año 2019, tendremos que analizar particularmente el consumo para ese año, que puede diferir en un mayor o menor grado con el promedio de los años estudiados entre el 2011 y el 2018.
