Este espacio verde perteneciente a un importante organismo público es un buen ejemplo de una instalación de riego mal diseñada que no se encontraba a la altura del jardín que debía regar. Las consecuencias eran que varias partes de sus céspedes se secaban por falta de agua. 

Como cambiar todo el sistema de riego suponía un gran coste para el cliente, opté  por tratar de remodelar en lo posible la instalación. Moviendo de posición alguno de los emisores hacia localizaciones más eficientes, asi como añadiendo algún nuevo aspersor a determinados sectores de riego, conseguí finalmente eliminar las zonas mal regadas del jardín. No fue un trabajo fácil, especialmente añadir nuevos emisores a la instalación, ya que los sectores de riego iban muy justos de presión y caudal. Finalmente, variando las boquillas de los aspersores, conseguí obtener un extra de presión y de caudal, para añadir nuevos emisores a la instalación que pudiesen dar cobertura a zonas apenas regadas.

Desde un punto de vista estético la nueva instalación de riego satisfacía la belleza del jardín y esto resultó suficiente para el cliente. Sin embargo, la cantidad de agua necesaria para regar correctamente el jardín era considerablemente superior a la que hubiera necesitado si la instalación de riego se hubiese diseñado en su día correctamente.

Esto pone de manifiesto la importancia del adecuado diseño y cálculo de una instalación de riego antes de su implantación. Una instalación mal planificada se convierte en una hipotéca en el futuro. La calidad de un sistema de riego, no la protagoniza solamente el "verdor" de un césped, sino ante todo el consumo eficiente de un bien escaso como es el agua.